Berlín, sinfonía de una gran ciudad es un gran ejemplo del género cinematográfico de la "sinfonía urbana" que se hizo popular a finales de los años 20. Son películas sin contenido narrativo que utilizan una secuencia de acontecimientos para explicar la vida cotidiana de una ciudad. Otros ejemplos destacados del género son "Manhatta" (1921) de Charles Sheeler y Paul Strand, "Etudes sur Paris" (1928) de André Sauvage, "Man with a Movie Camera" (1929) de Dziga Vertov y "São Paulo, Sinfonia da Metrópole" (1929) de Adalberto Kemeny.

Esta película supuso una especie de ruptura con las anteriores de Ruttmann, que eran abstractas. Aquí, Ruttmann muestra su conocimiento de la teoría del montaje soviético.

Esta película se realizó años antes de que existiera una verdadera influencia nacionalsocialista y mucho antes de que el Ministerio de Propaganda de Joseph Goebbels se hiciera con el control de toda la producción cinematográfica alemana, lo que paralizó la verdadera creatividad y obligó a los mayores talentos artísticos a abandonar el país. Hoy en día se ve no por su valor artístico o de estilo, sino como una cápsula del tiempo grabada y un registro histórico inestimable de la gran ciudad de Berlín a mediados y finales de la década de 1920. Muchos de los edificios que aparecen en la película no sobrevivieron a la guerra.

La película se realizó años antes de que existiera una verdadera influencia nacionalsocialista y mucho antes de que el Ministerio de Propaganda de Joseph Goebbels se hiciera con el control de toda la producción cinematográfica. 

La Banda Sonora

A diferencia de otras bandas sonoras de Caspervek, la música escrita por Brais González para Berlín, sinfonía de una ciudad sigue la estructura formal de un álbum musical estándar, evitando el uso de leitmotivs o frases recurrentes, y separando la película en diferentes capítulos, cada uno con una pieza musical diferente. El estilo de la obra se mueve entre el minimalismo, el jazz, el post-rock y la música clásica.

La obra fue compuesta originalmente para flauta, piano y percusión, añadiendo posteriormente también clarinete. La banda sonora se estrenó en 2020 tras un encargo de la Fundación Vicente Risco.